Petra Jue Abr 07, 2011 6:30 amNombre: Petra Nikolaievna Smirnova
Edad: 39 años
Profesión: Arqueóloga
Motivación: Deber
Habilidades de investigación: Arqueología, Antropología, Ciencias Ocultas
Habilidades generales: Ocultar, Primeros Auxilios, Sigilo
Miedos: Tiene un temor irracional a ser devorada tras la muerte.
Objetos: Botiquín básico de primeros auxilios; Manual de etnografía
Historia: Nacida en Leningrado, es la hija única del arqueólogo Nikolai Semionov Smirnov. Tuvo una vida de lujos y despreocupación hasta los 18 años, matizada por viajes acompañando a su padre en sus expediciones arqueológicas en lugares remotos del Imperio Ruso. Admiraba a su padre cada vez más y amaba los libros que él le prestaba para instruirla. Prefería conversar con él y ayudarle en sus estudios antes que ir a las fiestas de alta sociedad llenas de charlas insustanciales y banales. Movida por sus intereses intelectuales comenzó a frecuentar las tertulias literarias que abundaban en San Petersburgo (como se llamaba Leningrado antes de la Revolución).
Hacia 1910 conoció al amor de su vida, durante una de esas tertulias literarias. Era Evgueni, un joven escritor aficionado a la filosofía. Petra halló en él su primer y único amor. La promesa de un mundo nuevo asomaba a las palabras encendidas del joven y se volvía irresistible a los oídos de la muchacha. Aquello era más excitante y tenía más sentido que la frívola sociedad que la rodeaba.
La relación entre Petra y su padre se deterioró pues él no comprendía el fervor revolucionario de su hija. Con el ánimo de protegerla de la Ochrana (la policía secreta zarista) Nikolai quiso disuadirla. Fue imposible: la pasión amorosa y política de Evgueni pudo más.
Tres años después, luego de los acontecimientos de 1914, la joven pasó a la clandestinidad, hasta 1917, en que se une abiertamente al Ejército Rojo, junto a su amado Evgueni. Allí combaten juntos al enemigo durante la Guerra Civil. Dividido el movimiento revolucionario, Petra toma partido por León Trotsky, a quien admiraba.
No se sabe si fue por motivos ideológicos o simplemente Evgueni conoció otra mujer. El hecho es que él abandonó a Petra, para volver con ella poco después de que Stalin asumió el poder. Cuando Trotsky se exilia, Petra pasa nuevamente a la clandestinidad junto a Evgueni y un puñado de disidentes. No contó con que Evgueni la entregara a la NKVD. La revelación de que su compañero había vuelto con ella pero para infiltrar su grupo y el hecho de que fuera uno de los testigos principales en el juicio que le hicieron, destruyó anímicamente a Petra.
Hace cinco años que ella reside cerca de Novosibirsk. Sus conocimientos de primeros auxilios le granjearon algún respeto entre los demás presos. Halló refugio en las lecturas de arqueología y antropología que la habían acompañado su adolescencia. Añoraba a su padre, que, sabía, había huido tempranamente a Viena.
El cuerpo de Petra, sorprendentemente, aguantó las durísimas condiciones siberianas. Quien sabe si fue Evgueni o algún otro, quién informó a ciertas autoridades que ella era la hija del afamado arqueólogo Semionov Smirnov. Como fuere, la puntillosa relación de lecturas que ella hacía en prisión no hizo más que confirmarlo.
Pocos conocían su secreta afición a las ciencias ocultas, las que justificaba diciendo que era escéptica pero que necesitaba conocer las argumentaciones de los ocultistas para rebatirlas. Sin embargo, esos misterios la atraían y la apartaban de la sordidez cotidiana de Siberia. Y de cualquier especulación sobre un futuro que era cualquier cosa, menos promisorio.
Nunca se separa del libro “La Rama Dorada” de Frazer ni de un viejo y maltratado manual de etnografía con nomina de tribus halladas hasta 1928. Tampoco se desprende de su botiquín básico, nunca se sabe cuándo se necesitará
Apariencia: Es una mujer aún joven de cabello castaño oscuro y ondeado. Su rostro es de rasgos finos y armónicos, en donde un par de ojos oscuros miran con tristeza alrededor. Sus manos de dedos largos y finos muestran la aspereza de quien las ha sometido a un rudo trabajo manual, y no lucen cuidadas como se ve en la foto. A pesar de sus ropas rústicas, se ve siempre muy prolija y aseada.
Edad: 39 años
Profesión: Arqueóloga
Motivación: Deber
Habilidades de investigación: Arqueología, Antropología, Ciencias Ocultas
Habilidades generales: Ocultar, Primeros Auxilios, Sigilo
Miedos: Tiene un temor irracional a ser devorada tras la muerte.
Objetos: Botiquín básico de primeros auxilios; Manual de etnografía
Historia: Nacida en Leningrado, es la hija única del arqueólogo Nikolai Semionov Smirnov. Tuvo una vida de lujos y despreocupación hasta los 18 años, matizada por viajes acompañando a su padre en sus expediciones arqueológicas en lugares remotos del Imperio Ruso. Admiraba a su padre cada vez más y amaba los libros que él le prestaba para instruirla. Prefería conversar con él y ayudarle en sus estudios antes que ir a las fiestas de alta sociedad llenas de charlas insustanciales y banales. Movida por sus intereses intelectuales comenzó a frecuentar las tertulias literarias que abundaban en San Petersburgo (como se llamaba Leningrado antes de la Revolución).
Hacia 1910 conoció al amor de su vida, durante una de esas tertulias literarias. Era Evgueni, un joven escritor aficionado a la filosofía. Petra halló en él su primer y único amor. La promesa de un mundo nuevo asomaba a las palabras encendidas del joven y se volvía irresistible a los oídos de la muchacha. Aquello era más excitante y tenía más sentido que la frívola sociedad que la rodeaba.
La relación entre Petra y su padre se deterioró pues él no comprendía el fervor revolucionario de su hija. Con el ánimo de protegerla de la Ochrana (la policía secreta zarista) Nikolai quiso disuadirla. Fue imposible: la pasión amorosa y política de Evgueni pudo más.
Tres años después, luego de los acontecimientos de 1914, la joven pasó a la clandestinidad, hasta 1917, en que se une abiertamente al Ejército Rojo, junto a su amado Evgueni. Allí combaten juntos al enemigo durante la Guerra Civil. Dividido el movimiento revolucionario, Petra toma partido por León Trotsky, a quien admiraba.
No se sabe si fue por motivos ideológicos o simplemente Evgueni conoció otra mujer. El hecho es que él abandonó a Petra, para volver con ella poco después de que Stalin asumió el poder. Cuando Trotsky se exilia, Petra pasa nuevamente a la clandestinidad junto a Evgueni y un puñado de disidentes. No contó con que Evgueni la entregara a la NKVD. La revelación de que su compañero había vuelto con ella pero para infiltrar su grupo y el hecho de que fuera uno de los testigos principales en el juicio que le hicieron, destruyó anímicamente a Petra.
Hace cinco años que ella reside cerca de Novosibirsk. Sus conocimientos de primeros auxilios le granjearon algún respeto entre los demás presos. Halló refugio en las lecturas de arqueología y antropología que la habían acompañado su adolescencia. Añoraba a su padre, que, sabía, había huido tempranamente a Viena.
El cuerpo de Petra, sorprendentemente, aguantó las durísimas condiciones siberianas. Quien sabe si fue Evgueni o algún otro, quién informó a ciertas autoridades que ella era la hija del afamado arqueólogo Semionov Smirnov. Como fuere, la puntillosa relación de lecturas que ella hacía en prisión no hizo más que confirmarlo.
Pocos conocían su secreta afición a las ciencias ocultas, las que justificaba diciendo que era escéptica pero que necesitaba conocer las argumentaciones de los ocultistas para rebatirlas. Sin embargo, esos misterios la atraían y la apartaban de la sordidez cotidiana de Siberia. Y de cualquier especulación sobre un futuro que era cualquier cosa, menos promisorio.
Nunca se separa del libro “La Rama Dorada” de Frazer ni de un viejo y maltratado manual de etnografía con nomina de tribus halladas hasta 1928. Tampoco se desprende de su botiquín básico, nunca se sabe cuándo se necesitará
Apariencia: Es una mujer aún joven de cabello castaño oscuro y ondeado. Su rostro es de rasgos finos y armónicos, en donde un par de ojos oscuros miran con tristeza alrededor. Sus manos de dedos largos y finos muestran la aspereza de quien las ha sometido a un rudo trabajo manual, y no lucen cuidadas como se ve en la foto. A pesar de sus ropas rústicas, se ve siempre muy prolija y aseada.